Nació en Sevilla, 27 de noviembre de 1745 y falleció en Cádiz en 1827.Sus padres fueron Raimundo de Sobremonte, II marqués de Sobremonte, militar y magistrado, caballero de la Orden de Carlos III y oidor de la Real Audiencia de Sevilla; y María Ángela Núñez Angulo y Ramírez de Arellano. Su verdadero nombre era Rafael de Sobremonte y Núñez del Castillo, Angulo Bullón y Ramírez de Arellano, III marqués de Sobremonte, caballero de la Orden de San Hermenegildo, fue un noble, militar y administrador colonial español.
A los catorce años de edad ingresó como cadete en el Regimiento de las Reales Guardias Españolas. Prestó servicios en distintos destinos, como Cartagena de Indias, Ceuta y Puerto Rico. En 1779 fue designado secretario del virrey del Río de la Plata, Juan José de Vértiz y Salcedo, con el grado de teniente coronel. Continuó en el cargo con el sucesor de éste, el marqués de Loreto.
Fue gobernador intendente de Córdoba del Tucumán, tras lo cual llegó a ser nombrado virrey del Río de la Plata. En 1806 abandonó la ciudad de Buenos Aires con rumbo a Córdoba, en un intento de poner a salvo el tesoro del virreinato debido al ataque que la capital sufrió durante la primera de las Invasiones Inglesas. Durante la ocupación británica de Buenos Aires ejerció el cargo desde Córdoba, que pasó a ser provisionalmente la capital del virreinato.
Sobremonte estuvo casado en primeras nupcias en Buenos Aires el 25 de abril de 1782 con una dama rioplatense, Juana María de Larrazábal y la Quintana, con quien tuvo doce hijos:[1]
En sus últimos años, luego del fallecimiento de su primera esposa, contrajo matrimonio con María Teresa Millán y Marlos, de quien no tuvo descendencia.
Por su hija Juana María Nepomucena, que contrajo matrimonio en Buenos Aires el 11 de noviembre de 1809 con el teniente general José Joaquín Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo (1777-1853), que tuvo diversas actuaciones en la Guerra de la Independencia Española y luego en la de la independencia sudamericana, Rafael de Sobremonte fue bisabuelo del general español Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, quien gobernó España a la cabeza de un directorio militar entre 1923 y 1930.
Rafael de Sobremonte cumplió con diversos cargos en el Virreinato del Río de la Plata:
- Secretario del Virreinato, con el grado de teniente coronel, en la época del virrey Vértiz (1779-1783).
- Gobernador intendente de Córdoba del Tucumán (1783-1797).
- Sub inspector general de las tropas veteranas y milicias (1797-1804).
- Presidente de la Real Audiencia de Buenos Aires (1804).
- Virrey, gobernador y capitán general del Virreinato del Río de la Plata (1804-1807).
Desde 1784, y durante casi quince años, fue gobernador intendente de Córdoba del Tucumán, destacándose como un excelente administrador. Durante su gestión mejoraron las condiciones de trabajo en las minerías, y dio impulso a las mismas en distintas provincias de la actual Argentina.
Creó fortines y poblados para lograr combatir a los malones indígenas: Río Cuarto, La Carlota, San Fernando, Santa Catalina, San Bernardo, San Rafael (Mendoza), Villa del Rosario, etc.
Durante su gobierno debió hacer frente a un partido opositor, liderado por los hermanos Ambrosio y Gregorio Funes, que lo hostigaron casi permanentemente, prevalidos de la posición de Gregorio como deán de la Catedral de Córdoba.
En 1797 fue nombrado subinspector general del ejército del Virreinato. En ese cargo se esforzó en ponerlo en condiciones de resistir una invasión británica o desde Brasil, fortificando especialmente Montevideo y Colonia del Sacramento. Dirigió en Colonia una espectacular maniobra de todos los cuerpos militares disponibles, como entrenamiento para repeler una invasión inglesa a esa ciudad.
Preparó un reglamento de milicias regladas para el virreinato en base al Reglamento de Cuba. El rey Carlos IV aprobó ese reglamento el 14 de enero de 1801, denominado "Reglamento para las Milicias disciplinadas de Infantería y Caballería del Virreynato de Buenos Ayres, aprobado por S. M. y mandado observar inviolablemente".
En abril de 1804, al producirse el fallecimiento del virrey Joaquín del Pino y Rozas, fue nombrado en su reemplazo virrey del Río de la Plata.
En la misma época, Gran Bretaña y España entraban en guerra, con lo cual su sede de gobierno, Buenos Aires, quedaba expuesta a un ataque inglés en cualquier momento. Pidió auxilio a la corte española, pero el primer ministro Manuel Godoy le contestó que se defendiera como mejor pudiese.
El 24 de junio de 1806, el virrey recibió el informe referente a la aparición de los barcos británicos mientras asistía con su familia a una función en el teatro: fue interrumpido por un oficial que le comunicó un amago de desembarco del enemigo en dicha localidad, que finalmente no se concretó. Un informe de Liniers le señalaba que se trataba de "despreciables corsarios, sin el valor y resolución de atacar". A pesar de esto, Sobremonte se retiró antes de que terminara la función al Fuerte de Buenos Aires, donde redactó una orden para organizar la defensa.
A la mañana siguiente, los barcos enemigos aparecieron frente a la costa de Buenos Aires y fueron bombardeados desde el fuerte, pero a las pocas horas pusieron rumbo a las costas del sur de la ciudad.
Sobremonte se hallaba ya fuera de la ciudad, y decidió retirarse, trasladándose a Córdoba: desde la época de Vértiz existía una disposición que ordenaba que, si Buenos Aires era atacada por una fuerza extranjera y no se podía conservar la capital, debía hacerse un repliegue hacia el Interior y organizar la defensa en Córdoba. De esa manera se podía conservar el resto del Virreinato, y reconquistar la capital con probabilidades de éxito. Sobre todo, ni el virrey ni su familia debían caer en manos de los invasores, para no ser obligado a firmar órdenes de rendición. Eso fue lo que hizo Sobremonte.
El 14 de julio, Sobremonte declaró a Córdoba capital provisoria del virreinato.
Inmediatamente después de la Reconquista, Álzaga reunió un cabildo abierto, en el cual, bajo presión de la muchedumbre enardecida, se decidió que Sobremonte no debía reasumir el mando en la capital: Liniers fue nombrado comandante de la plaza, y el mando político urgente fue ejercido por el regente de la Real Audiencia. La medida era revolucionaria, ya que impedía ejercer su mando a un representante de un rey absoluto.
Se retiró a Montevideo con parte de sus tropas, a tratar de impedir la segunda invasión, sobre la que no cabían dudas que ocurriría: la flota inglesa de Popham nunca se había retirado del Río de la Plata.
Permaneció en Buenos Aires hasta 1809, año en el que regresó a España. Allí fue sometido a un consejo de guerra en Cádiz, en el que el mismo Liniers atestiguó en su favor. El juicio fue suspendido al estallar la guerra de independencia española, pero volvió a sustanciarse más tarde. En 1813 lo absolvió el tribunal presidido por el capitán general de la provincia, Cayetano Valdez.
Recibió el pago de sus sueldos atrasados, fue ascendido a mariscal de campo y nombrado consejero de Indias.[7] Más tarde cubrió puestos burocráticos en varios destinos del sur de la Península.
Ya de regreso en España, y luego del fallecimiento de su primera esposa, se desposó en segundas nupcias, a los 75 años, con María Teresa Millán y Marlos, viuda de un sobrino de Baltasar Hidalgo de Cisneros, el último virrey del Río de la Plata. La historia ha dejado documentada la oposición que este matrimonio tardío tuvo entre sus familiares, debido entre otras cosas a que se trataba de una mujer pobre, de unos 40 años de edad.
Murió en enero de 1827, en Cádiz, empobrecido y sin haber podido recuperar el prestigio perdido.