Esclava mulata, hija de Mariana, natural de Guinea, y de padre desconocido, probablemente un español o criollo vinculado a la propiedad de la hacienda, considera Pablo Lacoste. Andrea fue comprada por doña María Corvalán en $500 y se especializó en trabajos artesanales calificados; llegó a tener su propio torno de cernir, con el que procesaba la harina de trigo y la separaba del salvado.
Se casó con Pascual Suárez, criollo de modestos recursos, oriundo de Santiago del Estero y radicado en Mendoza. Tuvieron tres hijos: Luis, María Dominga y Roberto, y se embarcaron en una larga batalla judicial para obtener la libertad del primero, conseguida luego de un proceso extenuante.