
Al abordar el tema de la religiosidad en Hispanoamericana, tenemos indefectiblemente que remontarnos al descubrimiento de América. Los españoles no contaron con la posibilidad de que podían encontrar en América otro tipo de cultura. Y a partir de este nuevo contacto, en sus fines nunca estuvo presente otra concepción que no fuese la de “inculturación”, o inculturación de la fe. Esta alude a una relación de carácter estructural entre la fe y la cultura. La cuestión del dogma se halla unida a un gran tema, como es el de la misión universal del evangelio que implicó por sí mismo el contacto o encuentro con otras culturas. En América llegó con la conquista. A partir de aquel choque cultural, se dio forzosamente la destrucción de una de ellas. Así los naturales americanos fueron conquistados. Dentro de la conquista se produjo un proceso de mestizaje, induciendo influencias culturales que provocan cambios en los comportamientos sociales. Debemos considerar que a partir de esta convivencia cultural se ponen de manifiesto actitudes sociales como la coexistencia, la alteridad, o la yuxtaposición de prácticas, creencias o simplemente hábitos sociales; esta mezcla no tuvo un límite, y se promovió así un mestizaje de creencias, ritos y un sincretismo religioso. La ocupación española en América, estuvo sustentada por una estructura religiosa, siendo esta, un elemento esencial y decisivo en la conquista. Los preceptos del cristianismo fueron la guía, no sólo espiritual sino legal en las relaciones interculturales.