El establecimiento del régimen de intendencias fue la  culminación de una política de integración jurisdiccional y administrativa que  el gobierno de los Borbones venía  persiguiendo durante años. La corona española reconoció la necesidad de agrupar  el territorio en formas más simples y eficientes para simplificar la distancia  entre los organismos centrales de gobierno y las comunidades más alejadas. 
      El extenso Virreinato del Río de la Plata, creado en 1776, fue dividido años después, en varias  circunscripciones administrativas que recibieron los nombres de intendencias y  de gobiernos político militares. El nuevo sistema respondía a los principios de  los Borbones, que importaron de  Francia una organización destinada a acentuar el centralismo y el control  estatal de la actividad gubernativa. 
      Las intendencias introdujeron  una institución nueva y desconocida hasta  entonces, que simbolizaba la ideología del siglo XVIII, el despostismo ilustrado y el deseo de crear un ordenamiento  administrativo más eficiente y centralizado. Para ello se eligió  un sistema que en Francia había dado  excelentes resultados.  Sus orígenes se  remontaban al siglo XVI en que se hizo frecuente enviar a todas partes  comisarios encargados de cumplir determinadas funciones, restablecer el orden y  organizar las finanzas.
      El 28 de enero de 1782 se sancionó la Real Ordenanza para  el establecimiento e instrucción de Intendentes de Ejército y Provincia en el Virreinato de Buenos Aires.  Esta fue remitida a las distintas autoridades  superiores de los virreinatos del  Río de la Plata y del  Perú,  para que dieran reservadamente su opinión y  propusieran las modificaciones que estimaran convenientes, indicándoles al  mismo tiempo que la intención del monarca era nombrar como intendentes a los mismos Gobernadores actuantes.