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El Comercio

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Puede decirse que el comercio de la ciudad de Mendoza registra un proceso ascendentes durante los siglos 16, 17 y 18 tal que de un intercambio incipiente con Chile y San Juan se extienden por una amplia región que comprende la casi totalidad de las ciudades argentinas, incluso el Paraguay.

Sí la ciudad está recostada y arrinconada sobre la cordillera y por lo tanto incomunicada, la apertura de los caminos hacia el Atlántico y del Paraguay a Chile la transforma en esclava de estos. Se la denomina como Mendoza esclavista cuando en realidad era sólo un paso obligado en la comercialización de esta mano de obra entre Bs.As. y Chile.

Así la economía regional cuyana se ve favorecida por esta actividad que aparece como subsidiaria del comercio negrero que empezó a circular por la región.

De esta manera el comercio comienza a extenderse. Córdoba se transforma en el distribuidor de nuestros productos al norte y al litoral. Además esto se favorece aún más cuando un grupo de comerciantes porteños y cordobeses se ponen en contacto con el comercio negrero y en el alquiler de los indios encomendados.

Además el intercambio comercial que comenzó a funcionar genera otras industrias alternativas o secundarias, por ejemplo los recipientes para el traslado de vinos, de barro; la curtiembre  que se enriquece por la necesidad de odres, lagares,  y otros elementos para la elaboración.

Lo real es que al mejorar la comunicabilidad necesaria desde comienzos del siglo XVIII, asegura los elementos básicos para la afluencia de mercaderías, colocación de productos locales en otros mercados,  todo esto redundando en un beneficio de la economía de la ciudad.

Los productos y artículos que Mendoza utiliza como base para el intercambio comercial estaban generados a partir de  materia prima local y que en muchos casos habían surgido como industrias familiares. El comercio se surte de vinos, aguardientes, vinagres, uvas frescas y pasas, frutas secas, orejones, descarozados, frutas frescas, manzanas, peras, membrillos, productos de la chacra, zapallo, legumbres, papas, aceitunas, maíz, trigo, cebada y alfalfa; cría de ganado vacuno, mular, caballar, y ovino. Aceites, harinas, alfombras, ponchos, productos de cobre, bronce y hierro.

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