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La elite de la Mendoza colonial estaba conformada por españoles peninsulares y españoles americanos o criollos, vinculados a los fundadores de la ciudad y propietarios de extensas tierras.
Este sector monopolizaba el poder político y económico de la región. Respecto del político, los varones tenían el status de vecino, que les permitía participar en la política local desde el Cabildo; debido a que los cargos de los cabildantes rotaban dentro de este grupo reducido de vecinos, ellos dominaban la vida ciudadana mendocina. Es decir, en palabras de Adolfo Cueto, desde los primeros años de la fundación y colonización de Mendoza, surgió una oligarquía local que centralizó y monopolizó el Cabildo mendocino.
María del Rosario Prieto, por su lado, agrega que la escasez de vecinos encomenderos y habitantes capacitados en materia jurídica e institucional para acceder a los cargos del cabildo les permitió a los vecinos repetir el ejercicio de los cargos lo que dio como resultado la formación de parentelas que manejaban los negocios públicos de acuerdo con sus propios intereses y en beneficio de familiares y miembros del grupo.
Pero la elite también monopolizaba el poder económico; tenía grandes propiedades en la ciudad y haciendas en las afueras, chacras, viñas, bodegas, indios encomendados y también esclavos.
María del Rosario Prieto apunta que la diferenciación social se manifestaba, además, en la cultura material. Los vecinos tenían viviendas amplias y espaciosas alrededor de la Plaza Mayor de Mendoza, un moblaje lujoso y refinado. En cuanto a la vestimenta, varones y mujeres vestían con géneros y telas importados.