.
Las mujeres de los sectores subalternos eran mujeres de pocos recursos que se ganaban la vida trabajando. Eran españolas o criollas empobrecidas, nativas libres y negras y mulatas esclavas que vivían en la ciudad o en sus alrededores.
Las que vivían en la ciudad, a las tareas domésticas para mantener a su propia familia, sumaban trabajos como cocineras, sirvientas, nodrizas, tejedoras, lavanderas y bordadoras, entre otras actividades.
Todas, sin distinción de sectores sociales o jerarquías, debían ser recatadas y obedientes a la autoridad masculina. La reputación estaba ligada al honor, señala José Luis Moreno; en otras palabras, el mantenimiento de la virginidad para las solteras y la fidelidad marital de las casadas eran las conductas que las mujeres decentes debían cumplir. Sin embargo, aquellas mujeres de los sectores subalternos se mostraban más naturales y menos afectadas, según relataron algunos viajeros que visitaron Mendoza por aquella época. En otros términos, las mujeres de los estratos más bajos tenían algo más de libertad de movimiento, debían salir a la calle para ganarse el pan, lo que las llevaba a interactuar y socializar con otras personas, a diferencia de las de los sectores empinados que permanecían generalmente dentro de sus hogares y estaban más limitadas por los condicionamientos y tradiciones. Éstas, por ejemplo, no podían salir solas, no debían tampoco levantar la voz y, además, debían caminar siempre pausadamente, cuenta Michelle Perrot.
En cuanto a las mujeres que vivían en la campaña, éstas lo hacían junto a sus maridos e hijos en las estancias o en las postas alejadas de los centros poblados. Se ocupaban de todas las tareas domésticas, eran prácticamente analfabetas y muy supersticiosas, como refieren muchos de los viajeros que pasaban por esos lugares.
Las mujeres de la etapa colonial ocupaban, en general, un lugar subalterno en la sociedad de Mendoza; sin embargo, la situación de las indias, mestizas, negras o mulatas era aún más precaria.
Las mujeres huarpes, por ejemplo, cumplieron un rol muy importante en la economía doméstica, trabajando en las huertas, tejiendo y desempeñándose como criadas en las casas de sus patrones.
Respecto de las esclavas, se trataba del sector más marginal de la sociedad. Además, se solía asociar a estas mujeres con la vida ligera y la lujuria y eran consideradas como meros objetos sexuales. Ellas se dedicaban a las tareas domésticas, eran amas de leche y algunas lograron destacarse en oficios especializados como fue el caso de la mulata Andrea Corvalán.