Ceider

 

Aspectos Sanitarios

 
HOSPITALES
 
EL PROTOMEDICATO

Las primeras disposiciones sanitarias de la Historia Colonial figuran en las Leyes de los Reinos de Indias. En el plano de la fundación de Mendoza realizado por Pedro del Castillo figura una manzana en el ángulo Noreste destinada para el Santo Hospital de Naturales y Españoles. Igual previsión encontramos en el plano de Juan Jufré, pero esta vez en el ángulo Sureste.

 

De acuerdo con las antes citadas disposiciones legales los hospicios debían ser visitados por las autoridades civiles ya fueran virreyes, oidores, gobernadores, etc. con el objetivo de controlar la cura, el servicio y la hospitalidad, el estado del edificio, la dotación, la limosna y su forma de distribución.

 

Los nosocomios podían depender de la autoridad eclesiástica, del Patronazgo Real o de Ciudades o personas particulares. En los tiempos de la Colonia, los Hospitales estaban a cargo de congregaciones monásticas, por ello, parte de sus miembros eran religiosos (frailes o sacerdotes) y otra parte, en cambio, eran legos.

 

Para el sostenimiento de los hospicios se utilizaban diversos recursos. Entre ellos  una fracción de los diezmos. Otra fuente de ingresos  era la proveniente de las donaciones que realizaba el Cabildo en su calidad de patrono del nosocomio, como también el ingreso proveniente del cobro de determinadas multas.

 

Uno de los primeros pobladores de Mendoza, el Capitán Antonio Chacón donó una chacra de su propiedad para el funcionamiento del Hospital conocida corrientemente con el nombre de “media chacra”. En 1627, el Padre Andrés Agrícola, Rector del Colegio de los Jesuitas, con el objetivo de unificar sus propiedades ya que la llamada media chacra se interponía, propone permutar esas tierras por otras ubicadas al Oeste de la acequia de Tabalqué llamada corrientemente “paño de cabeza”. Esta operación fue aceptada por el Cabildo y por la autoridad eclesiástica competente. Hacia 1755 el General Don Eusebio  Lima y Melo junto con su esposa Doña Petrona Jofré hacen donación a San Antonio de Padua de un sitio donde estaba edificada la iglesia de su propiedad particular con la condición de que en el sitio se levantara un hospital. La ubicación del inmueble donado se encontraba entre las actuales calles Francisco de la Reta y Uruguay en el actual departamento de Guaymallén.

 

En virtud de una visita realizada a Mendoza por el Obispo Manuel de Alday y Aspèe, en 1760, cobró fuerza la idea de impulsar la creación de un hospicio en nuestra ciudad. Fruto de ello fue la venida a Mendoza de dos integrantes de la Orden Betlemita: Fray Juan del Carmen y Fray Narciso de San José. Recién en Noviembre de 1790 y en virtud de la presión ejercida por Sobremonte “estaba en funcionamiento el hospital con una cantidad de camas que no conocemos, pero que permitió recibir a pacientes de ambos sexos…” (Semorille, 1988:177).  Este edificio fue totalmente destruido por el terremoto que azotó Mendoza en 1861.

 

Por lo general, la gente normal no concurría a los hospicios frente a la ausencia de salud. Los simples recursos diagnósticos y terapéuticos podían ser aplicados sin ninguna dificultad en la casa del paciente. Los hospitales eran en realidad, un recurso para los desamparados, cumplían más bien la función de hospicio o asilo para el enfermo que no podía ser cuidado adecuadamente en su lugar de residencia. Desde luego que ello ocurría más frecuentemente con los pobres.

 

El Protomedicato es una institución reglamentada por las Leyes de Indias. “El Protomédico dictaminaba sobre la validez de los títulos de médicos, cirujanos, boticarios, herbolarios, barberos y algebristas, como también de los conocimientos que éstos poseían, todo con el fin de permitirles el ejercicio de sus profesiones. Igualmente controlaban a tales personas en el ejercicio de su profesión. Debían inspeccionar las boticas para constatar las existencias de los medicamentos y el estado de los mismos, iguales facultades poseían los virreyes, Presidente de la Audiencia y Gobernadores. En un primer momento, quienes ejercían la Medicina y la Farmacia eran controlados por el Protomedicato General de Lima. En virtud de una Cédula Real de 1786 se independizó el Protomedicato de Chile del de Lima. Más tarde, por otra Cédula Real de 1798 se creó el Protomedicato de Buenos Aires cuya jurisdicción e injerencia era extensiva a la ciudad de Mendoza. Fue designado en el ejercicio de tal cargo Miguel Gorman.

 

El Cabildo entendía generalmente en las cuestiones de salud pública por ser el representante de los vecinos y el patrono del hospital. A él le competían las rudimentarias cuestiones de higiene pública y la intervención en las pestes, siempre que éstas tuvieran el carácter de mortíferas. También era el encargado de librar la correspondiente autorización para que determinado médico o cirujano se instalara en la Ciudad, para ello el candidato debía presentar la licencia otorgada por el Protomédico. El primer Teniente de Protomédico que tuvo Mendoza fue José Ignacio Pinto da Silva quien fue nombrado en el año 1797. Tuvo en su accionar dos preocupaciones centrales. Por un lado la lucha contra el Curanderismo. Por el otro la difusión de la vacuna.

 

MÉTODOS TERAPÉUTICOS

Era una necesidad establecida por los diferentes sínodos, entre ellos los reunidos en 1688 y 1763, que los enfermos se confesaran y eran los médicos los encargados de cumplir con esta orden. Se los llegó a amenazar con el otorgamiento de la excomunión mayor  al profesional que no cumpliera con este requisito cuando visitara enfermos graves.

 

Las preparaciones responden a la farmacopea española, como también a los recetarios medicamentosos españoles y franceses, como así también a la medicina aborigen que había sido estudiada y perfeccionada.

Los remedios recetados reconocen un marcado predominio de elementos vegetales, como así también animales y químicos. Se aplicaban en forma interna y externa con el objetivo de actuar contra los humores que era lo que producía la enfermedad según las creencias de la época. También se utilizaron con el fin de mitigar los diversos malestares tisanas, untos y ungüentos confeccionados con hierbas y frutos sobre la base de los conocimientos aportados por la medicina popular aborigen.

 

La venta de medicamentos se debía realizar en los lugares habilitados legalmente para tal fin: las Boticas. Sin embargo ésta disposición no se cumplía y los mismos se podían adquirir en los sitios más insólitos tales como tiendas, pulperías y casas particulares. Para poner fin a esta situación se establecieron fuertes multas para los transgresores de las disposiciones legales.