Un conjunto de diversas disciplinas científicas nos permiten construir el conocimiento sobre aquella Mendoza aborigen, en sus diversos momentos y con sus específicas características y elementos culturales centrales.
Entre estas disciplinas debemos mencionar la arqueología, la geografía, la antropología, la historia, la etnohistoria, entre otras.
Pensemos en la arqueología, por ejemplo. Sabemos que el objeto de estudio de esta disciplina está constituido por los restos materiales culturales de las sociedades del pasado. Su objetivo central es poder construir un conocimiento acabado sobre estos pueblos, que, como dijimos, constituyen el período más largo de la ocupación humana en nuestras tierras.
La geografía nos permite comprender las características principales del entorno natural o físico en donde se desarrollaron aquellas sociedades, ofreciéndonos elementos y categorías de análisis que incluyen información biológica, ecológica, geológica de gran significación en el estudio de las ocupaciones humanas.
La Antropología, y dentro de ella principalmente los estudios etnográficos, nos han ofrecido un cuerpo de importantes datos que han podido ser calibrados con información arqueológica y documental escrita. Ajustando muchos relatos que sobre los pueblos aborígenes hicieron los españoles, desmitificando gestas heroicas, o resistencias épicas.
La Historia, y muy particularmente la Etnohistoria, se han ocupado de identificar a ese otro étnico y social, invisibilizado en los relatos que los españoles hacían, o “visibilizado” desde perspectivas y concepciones culturales que los “vencedores” tenían sobre sí mismos, sobre los otros, sobre el mundo y la naturaleza.