
Las Creencias
Estas creencias huarpes podemos presuponer que se nutren de una cosmovisión andina y sobre todo incaica como consecuencia del período de dominación. La cordillera, como residencia del Huncu Huar hace referencia a la adoración de los cerros, luna, y el sol. El padre quien fuera el escritor del confesionario en lengua allentillac, entendió que la deidad central de la vida espiritual huarpe, siendo el Hucu Huar una deidad a la que temen y respetan en ella se ofrecen ofrendas, rituales y sacrificios.
Micheli infiere que esta fue la morada en la cordillera donde se dirigían las almas de los hombres despues de morir.

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Inculturación Huarpe
Para entender el proceso de inculturación debemos primero hacer referencia a los conceptos traídos por los españoles y aplicados en los nuevos territorios. Uno de estos, será la noción de religión, proviene etimológicamente del verbo relegere, el que significa volver a leer o releer una y otra vez (Quiles, I., 1949). Otra derivación del término proviene del verbo religare que significa atar apretadamente, (estar atados a Dios). Estas acepciones del término recuerdan siempre una relación con una divinidad. Muchas han sido las definiciones que a lo largo de la historia y de la filosofía cristiana se han dado al término, pero sólo tomaremos una y según en la cual se establece que la religión es aquella relación entre el hombre para con Dios, que implica cierto reconocimiento y poder de Dios sobre los hombres y sobre las cosas, y en la que se originan ciertas obligaciones para con él (Ibidem).
La ocupación española en América, estuvo sustentada por una estructura religiosa, siendo esta, un elemento esencial y decisivo en la conquista. Los preceptos del cristianismo fueron la guía, no sólo espiritual sino legal en las relaciones interculturales.

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El Culto nativo
El culto ha sido inherente a todas las religiones a través del tiempo, las cuales se han manifestado a partir de sus honras, en santuarios, en imágenes y en símbolos. Estas situaciones pueden en determinadas comunidades, presentar características comunes de acuerdo con la religión que profesan. Sus miembros tienen un sentido de pertenencia en relación con una fe determinada o con un grupo social. Para Bourdieu, estos grupos, son espacios de legitimación que, además, se encuentran históricamente constituidos a través de una relación dialéctica con sus creencias a partir de su propio habitus. Así éste establece una relación objetiva en todo el conjunto social, a partir de sus diferentes fracciones y los lazos que se establecen entre ellas. Al abordar la noción de culto, debemos entender que estas son concepciones que se encuentran estrechamente relacionadas y que surgen de las sociedades, a partir de condiciones objetivas y transformaciones ideológicas. Para Sosa, cada sociedad construye un mundo cargado significativa y simbólicamente. Hoy podemos establecer que las expresiones de distintas culturas, se relacionan según las diferentes atribuciones culturales que se manifiestan a través de sus ritos, creencias, costumbres y valores, determinando así cada una de sus pautas culturales. Los simbolismos instituidos en las diferentes culturas representan un mundo de ideas. Las religiones durante mucho tiempo: han estado íntimamente unidas a la magia, y esta unión surge de la necesidad de creer en fuerzas superiores y en el deseo o esperanza de propiciar aquellos poderes sobrenaturales, en que los hombres piden a los dioses beneficios, mediante rituales o ceremonias mágicas o chamánicas. El hombre tiene la necesidad de creer en lo que no ve o en aquello que no comprende.
A medida que las sociedades se hacen más complejas, más complejos se hacen sus ritos y sus cultos. Todas las culturas han basado su estructura social y su cultura en ritos de iniciación, pubertad, fertilidad y muerte. Todas las sociedades han desarrollado y organizado ceremonias en relación a un espacio sagrado, ya que este se manifiestan en la construcción de un lugar donde se abre la comunicación entre un mundo terrenal y un mundo ontológico (la ontología es aquello que estudia el hombre en cuanto ser), está organización de rituales se asocian a la religión o se encuentran asociadas en función de las creencias, según Alsina. Estas son construidas a base a una necesidad emocional, con la necesidad de dar respuestas a la trascendencia en la vida o después de ella, así se originan las prácticas asociadas a los rituales, y a partir de ellas se originan las manifestaciones, estas representaciones expresan ideas sobre las creencias y su relación con el culto.
En las sociedades precolombinas, la muerte era un acontecimiento muy importante y ritualizado, lo que obligaba a ceremonias de todo tipo, estas eran acompañadas de ofrendas, alimentos, objetos que acompañarían al hombre que serían de mucha utilidad durante el largo viaje y que se iniciaban tras la muerte.
Dentro de la estructura religiosa, los ritos de sacrificio poseían un papel fundamental, uno de ellos consistió en ofrecer a los dioses, la ofrenda más preciada del hombre: su sangre; otro elemento fundamental fueron las ofrendas y los sacrificios, apara este fin fueron inmolados animales y en algunos casos seres humanos, un ejemplo de este caso lo podemos ver en la momia del Aconcagua. Esto significaría de alguna manera la necesidad de demostrar agradecimiento y en algunos casos sólo permitiría disipar la ira de los dioses. Estos sacrificios, se acompañaban de rituales los que se relacionaban con las creencias asociadas a los fenómenos astronómicos. Longhena sostiene que en algunos grupos el ritual representaba la necesidad de alimentar la tierra, para que esta estuviese complacida, y a su vez permitiera una abundante cosecha este caso podemos asociarlo con el ritual a la Pachamama (la madre tierra). Sus dioses fueron los de las fuerzas de la naturaleza como el sol (Inti, nombre quechua del dios sol), el agua, el cielo, la tierra, los cerros y las montañas.
Entre los grupos incaicos, no sólo se celebraba con ritos y ofrendas, sino que también existían lugares especiales y sagrados como las llamadas Huacas: las huacas son objetos sagrados que pueden ser un ente natural, o bien los restos de los antepasados. Los lugares de enterramiento eran huacas, ya que los antepasados constituían una realidad sagrada. La muerte y el mundo inferior eran temas de gran preocupación, debido en gran medida a la asociación del mundo inferior con la tierra y el cultivo.
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Para grupos étnicos como los aymara, su ideología comprende la creencia en un cosmos, que está formado por tres elementos: la naturaleza, el hombre y las fuerzas sobrenaturales. Estos elementos se hallan en una relación de reciprocidad que permite asegurar el equilibrio entre ellos. El respeto de la naturaleza y sus ciclos permitirá obtener protección.
Esta relación es una red simbólica compuesta por pares de elementos que están en una relación de complementariedad y jerarquía Este dualismo, estructura y a la vez permite las representaciones y las prácticas sociales:
Tres niveles forman la cosmovisión, donde la totalidad es la Pacha. Este término expresa una totalidad, a la vez espacial y temporal. El primer nivel es el Alax Pacha, el mundo de arriba o del más allá. El segundo nivel es el Aka Pacha, el mundo de aquí abajo, la tierra donde el hombre vive. El tercer nivel es el Manqha Pacha, el mundo de abajo o de la obscuridad. En el Alax Pacha viven los espíritus buenos, Dios y los Santos. El Aka Pacha, es el espacio donde viven los hombres, los animales y las plantas, pero también los agentes sobrenaturales que son los espíritus tutelares.
Ellos son los Achachilas o los espíritus de los ancestros, la Pachamama o la madre tierra, los “Uywiri”, los llawlla y el “Ta pa ni”, que es un espíritu protector de los hogares ligado a los lugares específicos pero también a la ganadería y la agricultura. El Manqha Pacha, finalmente, es el mundo de abajo o de la oscuridad donde habitan los espíritus del mal. Estos espíritus pueden traer perjuicios a los habitantes del Aka Pacha, pero pueden ser domados. Estos son los Saxra (diablo), Anchanchu (demonio de las minas), Antawalla (espíritu con cola de fuego) y otros más. Todos estos seres, salen sobre todo en la noche y ocupan espacios definidos como los puentes, manantiales, cavernas, ríos, lagos, etc. (Llanque Chana, A., 2009).
Ritual Huarpe
Encontramos grupos aborígenes que habitaban la región de Cuyo o “país de Cuyum”, este fue también denominado Huentota (Mendoza, Lunlunta y Luján de Cuyo), (valle del Río Mendoza). Para Cueto esta región se encontraba conformada por los siguientes valles de:
El valle de Tucuma o Caria: región determinada por el río San Juan en las cercanías de la capital sanjuanina.
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El valle de Guanacache: relacionando con el complejo lagunero homónimo que comprende a una región tripartita entre las provincias de Mendoza, San Juan y San Luis.
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El valle de Cuyo o Guentota: vinculado al río Mendoza, en las actuales ciudades de Mendoza y Luján de Cuyo.
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El valle de Uco y el valle de Jaurua: determinado por el río Tunuyán, en los departamentos de Tunuyán, Tupungato y San Carlos.
Los valles más importantes fueron los de Caria y el de Guentota, que se destacaron por el tamaño y la disponibilidad de tierras fértiles, lo que determinó así una mayor densidad de población y la posterior instalación de los hispanos luego del descubrimiento de América.
Los Huarpes fueron denominados Protohistóricos, porque estos se ubican en un período anterior al comienzo de la historia, y además han dejado de pertenecer estrictamente a la prehistoria, porque podemos encontrar documentos sobre ellos. Estos documentos no han sido producto de su cultura, sino que han sido producidos por los españoles durante el período colonial. Cuando los españoles llegaron a la zona que actualmente que ocupa Mendoza estaba compuesta por un asentamiento indígena conformado por dos grandes parcialidades, al noroeste los Huarpes Millcayac y al sur del río Diamante los Puelches. Estudios recientes indican que este último grupo pertenecía a la actual región de Chile y que ingresaron a nuestra Provincia en pleno período colonial. La población Huarpe se extendió a lo largo de valles fértiles del final del piedemonte precordillerano y cordillerano, ocupando las provincias de Mendoza y San Juan entre los 31º y 34º de latitud sur.
La sociedad huarpe estaba organizada en grupos alrededor de la figura del cacique, que ocupaban un territorio determinado. Este cacique era propietario de la tierra donde habitaba su grupo, y también era dueño de la producción existente, como así también de la acequia con que se regaba.
Los Huarpes sufrieron dos tipos de conquistas, la primera fue la invasión Incaica entre 1470 y 1533 D.C. cuando desaparece el último soberano incaico Atahualpa. Y finalmente la segunda conquista fue la fundación española en 1561. Millcayac y Allentiac, fue la lengua huarpe, que respondió a las áreas de asentamiento en los Valles de San Juan y Mendoza hasta el Río Diamante.
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