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De acuerdo a la información histórica, los huarpes habrían utilizado una serie de acequias en el centro de la ciudad, para regar sus cultivos: Tabal; Allayme; Guaimaen y la que pasa por este pucará. Estos cauces captaban agua del río Mendoza a través de la toma mencionada en la cartografía histórica de 1764.
El recurso hídrico en la ciudad de Mendoza debió ser controlado a fin prevenir las “avenidas” de agua para que no irrumpieran en el sector urbano y en el ejido, produciendo deterioros en los edificios colindantes al Canal Zanjón y en los predios de cultivo, profundizando los cauces de riego. Dentro de este control de cauce, la documentación hispana nos brinda una ayuda importante, con el diseño de una toma de agua del Río que se puede ubicar aproximadamente en la zona de Vistalba, departamento de Lujan de Cuyo. En dicha documentación, aportada por Ricardo Ponte en una de sus publicaciones se observa con lujo de detalles, la estructura de la obra y su funcionamiento. Sumado a esto en el Archivo Histórico de Mendoza se encuentra documentación que explica el funcionamiento de esta obra.
El aporte de la documentación histórica nos permite conocer el manejo de este sistema regulador, en el cual se describen las tareas a realizar, en los meses de verano e invierno. En el Archivo Histórico obran documentos que refuerzan estas afirmaciones. Por ejemplo el “Régimen que se ha observar para mantener en el modo que de, el agua necesaria, sin que falte, no sobre para que no haga daño, suponiendo que este repartida, la que se echara por la compuerta es sus respectivos acequias.” Este reglamento preveía un funcionamiento diferenciado para los meses de invierno y verano, insistiendo en que “Desde el 1º de enero debe estar la compuerta levantada, de modo que queden, desde el candado grande a la alzaprima 6 aldabones y así se debe tener hasta 1º de noviembre. Desde noviembre se debe levantar dos aldabones más y quedan solo 4 desde dicho candado a la alzaprima.”
Es importante destacar que este documento prevé la posibilidad de un aumento de caudal, que podría provocar daños en la ciudad, por lo cual se ordena manejar el sistema de control con medidas preventivas. Por ejemplo, “Cuando por alguna avenida se rompan las acequias de poniente y sus amos para componerlas le quitan el agua, viene como es preciso al zanjon y así para que no haga daño, se manda bajar la compuerta dos aldabones y luego que las habilitan se manda levantar como antes esta la dicha compuerta…”
Además surge un concepto importante, como es la concientización de parte de la clase gobernante del fenómeno aluvional, como un tema recurrente en la zona, y se insiste en lo que podríamos denominar, un plan de manejo para eventos posteriores. “…y para que en lo venidero los Señores Jueces que corran con las aguas estén enterados de modo de mantener la ciudad con el agua necesaria y sin que la abundancia haga daño me ha parecido mandar que se ponga esta carta en la sala del Ayuntamiento. Mendoza, 6 de enero de 1766.”