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Los documentos del siglo XVIII hablan de una población con algunas características peculiares, como son: que falta gente para trabajar en las minas de Uspallata y esto se debe a "la desidia característica de aquel país" palabras de propio Carlos III.
Otro documento dice: " esta inacción proviene de su mucha fertilidad, por donde sus habitadores desde el principio se dieron al ocio y a todo género de desperdicio. Y hace hincapié en los varones: ellos... siempre han mirado a sus mujeres como otras tantas esclavas, que están constituidas a trabajar para que sus dueños disfruten de atenuadas labores; respecto que sólo ellas se han dedicado al afán del trabajo, para el logro de su limitada existencia. Es que los mendocinos han mirado con desprecio o menos agradecimientos los convites del autor de la naturaleza.
El mismo Sobremonte lo dice al referirse que la fertilidad de Mendoza, especialmente en verano, produce la holgazanería. Otra frase elocuente del mismo funcionario " esta característica era propia del mestizo y del indio mendocino, que tenía la mansedumbre huarpe en sus venas y la siesta mendocina pesada y embotante en sus pupilas.
El propio cabildo reconocía la importancia del gobierno de Sobremonte en este aspecto: haber destinado al trabajo a los delincuentes y vagos que carecían de papel de servicio, lográndose por este medio el escarmentar los excesos a la ociosidad y propensión al robo de ganados y por otra parte en beneficio de los estas hacendados la multitud de peones y sirvientes de cuya escasez se lamentaban.
Pero con el correr de los años esta característica del oasis mendocino cambió fundamentalmente.