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Todos los productos que salían de nuestra provincia lo hacían en grandes carretas fabricadas en esta región, que son más anchas que las de Tucumán y cargan 28 arrobas más, por que las norteñas debían transitar entre montes espesos que estrechan el camino. Tienen ruedas fuertes y muy altas, carecían de hierro y en ellas la totora y las diferentes pajas cienegueras tuvieron su aplicación, en los toldos y flancos, como para hacer la botijambre usada en esos traslados.
La totora: se daba en abundancia en las lagunas de Huanacache y en otras ciénagas de Mendoza. Una vez que estaba a punto se cortaba, fabricándose con ella una especie de cuerda trenzada de tres hilos y cada hilo compuesto de muchas hojas o ramas que tiene cuatro a cinco dedos de ancho y largo es cuanto ha de menester. Esta cuerda viene destinada a servir de cubierta o de forro a los barriles de greda gris cocidos que se conocen con el nombre de botijas cuando se llevan en los grandes carros.
Este revestimiento protegía la fragilidad de esas vasijas y facilitaba su ubicación en las carretas. También servía de aislante de temperatura para que los caldos no sufrieran modificaciones. Además era utilizada en las mulas para colocar las cargas sobre ellas, como una especie de pellón pero de este material.