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Riqueza ganadera
Todos los potreros de alfalfares en el Valle de Uco servían para mantener considerables porciones de ganados mayor y menor. Aquí un problema con el indio, que llegaban hasta las estancias del Valle de Uco y se llevaban todo lo que había. Con este motivo la ciudad estaba reducida a mendigar en lo presente la carne, el sebo, la grasa de los distritos de San Luis, Córdoba, Buenos Aires. Al regresar de las expediciones organizadas por el comandante Amigorena encontraban sus cultivos y potreros destruidos.
Luego de la campaña de Amigorena en 1794 la paz establecida dio un gran avance a la ganadería y agricultura en el valle de Uco. Ya en 1798 el cabildo se refería al notable aumento de ganado que tiene este vecindario en sus estancias que hoy proporciona el abasto en la mayor parte a San Juan y aún se saca ganado para Chile.
En un escrito Eusebio Videla decía que la riqueza ganadera que existía a las orillas del río Tunuyán son más de 40.000 de ganado vacuno, mucha caballada, y crecidas majadas de ganado menor que no bastando esta ciudad ni la de San Juan para su consumo, no hallan ya qué hacer de sus ganados estos vecinos por falta del expendio. También hay carneros y ovejas de lanas similares a las de España.
Derivados de la ganadería:
Cueros: debió ser bastante el cuero que daba el ganado, pues se llevaba a otras provincias y hasta Buenos Aires. Ese cuero era trabajado en lazos y diversos trenzados. Servía para unos botines a modo de medias que después de teñidos los venden a ocho reales. Eran las botas de cuero que usaban nuestros paisanos, botas de potro.
Grasa, Jabón y sebo: La elaboración de jabón era abundante, que se distribuía a toda la provincia. El sebo se lo mezclaba con otros betunes o asfaltos se usaba para impermeabilizar los odres en lo que se transportaba vino.