La Sociedad Biblioteca Mendocina

 

 

De acuerdo a investigaciones realizadas por la Dra. Teresa Giamportone, la Sociedad Biblioteca Mendocina, primera denominación original de la actual Biblioteca Pública General San Martín nació como una asociación de amigos ilustrados, interesados por la cultura y la difusión de conocimientos útiles a la población, a través de la creación de una biblioteca pública y el acceso a los libros.

Los primeros pasos de esta Institución fueron azarosos, los socio fundadores debieron enfrentarse a numerosas adversidades. Las primeras noticias escritas, según Juan Draghi Lucero, que existen sobre la fundación de la Sociedad Biblioteca Mendocina se remontan hacia noviembre de 1817, en una carta de Tomás Godoy Cruz, por la cual el Cabildo de Mendoza proyectaba la creación de una Academia y de una Biblioteca.  Posteriormente, en otra carta, el mismo autor proponía que se realizara en Mendoza una suscripción voluntaria, en moneda o en libros para construir una casa de buena lectura y que al cabo de algunos años se vería formada en una biblioteca, que sería de gran uso.

El 11 de marzo de 1822 se sancionó el Reglamento de la Sociedad Biblioteca Mendocina, por el que debía regirse la misma y apareció publicado en el Registro Ministerial de la Provincia el 1 de junio de 1822, lo que implicaba el reconocimiento oficial por parte del gobernador Pedro Molina.

El gobierno de Pedro Molina se destacó por realizar un gobierno de orden y respeto, fomentando especialmente la industria y la instrucción pública. Durante su gobierno un grupo de ilustrados, amantes del adelanto de país y preocupados por la cultura crearon la Sociedad Biblioteca Mendocina..

El 25 de mayo de 1822, con motivo de festejarse un nuevo aniversario de la revolución de mayo,   los 31 socios fundadores suscribieron públicamente el Reglamento de la Biblioteca, como un acto de compromiso y responsabilidad, no sólo con la nueva institución creada sino también con el resto de la sociedad e hicieron una donación en útiles y en pesos. Días después se sumaron nuevos miembros, entre ellos algunos extranjeros, con donaciones de libros, útiles y dinero para la biblioteca. Además se declaró al general José de San Martín socio fundador de la Biblioteca Mendocina, en reconocimiento por su labor y fomento de la cultura, mientras estuvo al frente de la Gobernación Intendencia de Cuyo.

Los socios fundadores de la Biblioteca Mendocina, los podemos conocer, a través de las páginas del periódico El Verdadero Amigo del País, que en su número 24, del 6 de abril de 1823, publicó un artículo donde se menciona a los socios fundadores y el aporte en pesos que éstos hicieron. A la semana siguiente, el mismo periódico publicó una lista de extranjeros que habían efectuado donaciones en dinero para la Biblioteca Mendocina.

Sin duda el acto más importante de esta nueva, pero pujante institución se realizó el 9 de julio de 1822, con motivo de celebrarse un aniversario más del día de la Declaración de la Independencia, los miembros de la Biblioteca Mendocina decidieron abrir sus puertas al público con la sala de lectura y la consulta de libros, haciendo de este modo, accesible el estudio y la lectura a toda la sociedad, así nació la primera Biblioteca Pública Mendocina. Este suceso fue anunciado el mismo día de la inauguración en el periódico El Verdadero Amigo del País: "La Comisión de la Biblioteca Mendocina avisa que hoy 9 de julio, se abre públicamente dicho establecimiento"

La fundación de la primera Biblioteca Pública en Mendoza, a comienzos del siglo XIX está en consonancia con la figura del general San Martín, quien como Gobernador Intendente  había estimulado la educación y formación cultural a través de la lectura, y además, apoyó la fundación de un Colegio de estudios superiores en Mendoza, como fue luego, el Colegio de la Santísima Trinidad.

Cuando San Martín se trasladó de Cádiz a Buenos Aires, en 1811, trajo consigo su biblioteca o su librería, según su propia expresión. La conservó en Buenos Aires y resolvió transportarla a Mendoza, cuando fue designado Gobernador Intendente, en 1814. Pero una vez resuelta la Campaña Libertadora en Chile encajonó estos libros y los trasladó consigo a Santiago.

Al transportarlos procedió a realizar el inventariado de los mismos y antes de abandonar Mendoza, en octubre de 1818, para trasladarse a Chile y hacerse cargo de la expedición libertadora al Perú, el General San Martín, suscribió su primer testamento, por el cual donaba toda su librería para establecer una biblioteca en Mendoza. Este primer  testamento del general San Martín fue realizado, en la ciudad de Mendoza ante el Escribano del Cabildo, Cristóbal Barcala.

Pero este testamento, que había sido realizado en vísperas de las vicisitudes que le podía deparar la campaña hacia el Perú, quedaba anulado, de acuerdo como lo establecía el mismo, al haber cumplido exitosamente el General San Martín su misión y él mismo dispuso posteriormente, que se le remitieran dichos libros a la ciudad de Lima, para fundar allí la Biblioteca Nacional y con tal motivo donó todos sus libros a ésta nueva institución.

En los estudios que anteriormente hemos citado sobre los orígenes de la Biblioteca General San Martín, excepto en la publicación de Margarita Hualde de Pérez Guilhou y Alicia Gabbi, se afirma que el 10 de agosto de 1822 se conoció en la provincia la noticia que el General San Martín, enviaba desde Lima unos cajones que contenían libros y otros elementos técnicos, para enriquecer la Biblioteca Mendocina. Esta donación fue recibida por  Agustín Bardel, miembro de la Sociedad Biblioteca, quién había viajado al Perú, para reunirse con el General San Martín, con el objeto de informarle entre otras cosas, por el establecimiento en la ciudad de Mendoza de una Biblioteca.

Ante el conocimiento de este hecho, el General le entregó unos diez cajones que contenían muchos libros y algunos valiosos aparatos de ingeniería, que el mismo Bardel transportó hasta Chile, desde donde informó al Secretario de la Biblioteca, en una carta fechada en noviembre de 1822, la feliz donación.  Este hecho motivó a los miembros fundadores suscriptores de la Biblioteca Mendocina, distinguieran al General San Martín como socio fundador de la misma, en un acto de gratitud y reconocimiento.

Damián Hudson describe el estado de la Biblioteca Mendocina, luego de haber quedado enriquecida con la atribuida donación realizada por el General San Martín:

"Tiene Mendoza una Biblioteca pública, formada en 1822, con la oblación de algunos patriotas, entre ellos el benemérito General San Martín, que remitió desde Lima 1.000 volúmenes...Poseía, además, dos hermosos globos para el estudio de la geografía y un telescopio. Aquellos existen en mal estado. Una máquina eléctrica que pertenece al Colegio.".

De igual modo, se afirma que en marzo de 1823 cuando el General San Martín  llegó de regreso a la provincia de Mendoza, visitó la Biblioteca Mendocina y realizó otra importante donación. Esta se componía de una serie de "aparatos filosóficos", como se los denominaba entonces: un sextante, un teodolito, un telescopio, un transportador, un nivel, un pantógrafo y algunos libros más que traía consigo.

Adherimos a la posición de las profesoras Margarita Hualde de Pérez Guilhou y Alicia Gabbi porque en el Archivo General de la Provincia de Mendoza, que es de donde procede dicha documentación, ésta según hemos comprobado no existe, ni ningún otro documento que certifique tales donaciones.

Una de las primeras adquisiciones que realizó la Biblioteca fue la Enciclopedia Francesa, obra que por sí sola constituía una biblioteca y satisfacía los intereses de los ilustrados por el saber universal.  La obra adquirida no era la primera edición de la Enciclopedia Francesa (1751-1772), según Arturo Roig, sino una nueva edición aumentada y reordenada, denominada "Enciclopedia Metódica Ordenada por materias" que apareció completa entre 1782 y 1832.

Según nos describe Arturo Roig,en el año 1816, la Enciclopedia Metódica contaba con 232 volúmenes, de acuerdo con un aviso que apareció publicado en el periódico de Buenos Aires "La Prensa Argentina". Posiblemente el número de volúmenes adquiridos, en 1822, era igual o superior a esa cifra. Según un inventario realizado por la Biblioteca Mendocina en el año 1833, el mismo se encuentra en el Archivo General de la Provincia de Mendoza,el número de volúmenes de la Enciclopedia Francesa llegaba a 165.

El primer Secretario de la Biblioteca Mendocina, Agustín Delgado se trasladó a fines de 1822, a Buenos Aires con el propósito de adquirir libros para la Biblioteca y algunos materiales más necesarios, como así también para conseguir donaciones, por parte de los periódicos de la época y de algunas editoriales. Estos contactos resultaron fructíferos, pues comenzaron a llegar donaciones de gacetas, no sólo de Buenos Aires, sino también de distintos puntos del Continente Americano, como Chile, Perú, Bogotá y hasta se recibieron algunos ejemplares de Londres.

A dos años de su nacimiento, la  Biblioteca Mendocina contaba con una colección de casi dos mil volúmenes, una numerosa hemeroteca, que fue la primera de la provincia con diarios y revistas locales, nacionales y extranjeras y una sala para estudios con elementos de cartografía, geografía y astronomía.

 

La Biblioteca Mendocina funcionó con cierta regularidad bajo los auspicios del Gobierno de la Provincia, hasta el año 1833, en que la única documentación que poseemos es un Inventario de los libros que poseía la Biblioteca, al cual nos hemos referido anteriormente.

En el año 1841, después de producirse la Batalla de Rodeo del Medio, la Biblioteca quedó abierta y a disposición de los batallones federales del General Pacheco, que se alojaron en el Convento de San Agustín, donde funcionaba la Biblioteca Pública con el depósito de libros y una sala de lectura. La Biblioteca Mendocina quedó librada  a la suerte de los saqueadores, quienes en busca de papel para sus cigarrillos, pues éste era escaso y extremadamente caro,  dejaron a muchos libros incompletos o rotos. Con posterioridad el Gobierno de la Provincia realizó diligencias para recuperar parte del patrimonio bibliográfico.

A partir de mediados del siglo XIX comenzaron los primeros intentos para reorganizar y reestructurar la Biblioteca Pública Mendocina, con el propósito de dotarla del esplendor que tenía en sus primeros años, considerando el estado de incuria y abandono en que se encontraba, después de muchos años de mala administración estaba a punto de desaparecer, por la extracción sin ninguna responsabilidad que hacían los particulares de las obras y libros de la biblioteca, sumado a esto el saqueo y depredación que había sufrido en los últimos años.  Entre las medidas más importantes que se tomaron en beneficio de la Biblioteca Mendocina  se destacó la formación de una Comisión denominada Amigos de la Ilustración, que tenía como fin cooperar en la reinstalación de la Biblioteca Pública Mendocina, en un nuevo establecimiento. 

El 1 de mayo de 1852, el gobernador interino de la Provincia, Benito Molina, publicó un decreto referente al establecimiento de la Biblioteca Pública, con la creación de un gabinete de lectura y designó director de la misma a Franklin Villanueva. Posteriormente se consiguió la donación de nuevos muebles y útiles para asegurar el buen funcionamiento de la Biblioteca; de igual modo, el Gobernador sancionó un decreto reglamentando la suscripción con un ejemplar de todos los diarios, periódicos y obras sueltas que se publicaran dentro del territorio de la Confederación y todas las imprentas existentes en la provincia debían remitir a la Biblioteca un ejemplar de sus publicaciones.

El terremoto del 20 de marzo de 1861 destruyó casi por completo la vieja ciudad de Mendoza y también cayeron en ruinas el Convento de San Agustín, sede hasta el momento de la Biblioteca Pública Mendocina. Muchos libros se quemaron, otros quedaron sepultados entre los escombros, muy pocos fueron rescatados por los vecinos, que acudieron al lugar días después de producida la catástrofe. De los casi 2.000 volúmenes que tenía la Biblioteca en sus primeros años, solamente se lograron rescatar unos pocos libros, el resto y el mobiliario habían quedado sepultados con la vieja ciudad. Con el propósito de reparar estos daños y para amparar los libros que quedaban, la Biblioteca Pública se trasladó en forma provisoria, con todo su patrimonio, a la Casa de Gobierno.

El gobernador de la Provincia, Arístides Villanueva en junio de 1871 resolvió llevar a cabo la restauración de la Biblioteca Pública, dotándola de un local, destinado exclusivamente para su uso, ubicado en la calle Unión de la Ciudad de Mendoza. Además, decidió cambiarle la denominación a la Biblioteca Mendocina, por la de Biblioteca Pública General San Martín, en honor a quien fuera uno de los principales promotores de la misma.

 

El  interés por la difusión del conocimiento a través de los libros quedó identificado y fusionado en la presencia de la Biblioteca Pública y del general San Martín, íconos también del pensamiento ilustrado.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 

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