La ciudad de Mendoza
durante las décadas de 1840 y 1850
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Plano
de la ciudad de Mendoza de 1856 Burmeister, Hermann. Viaje
por los Estados del Plata. Buenos Aires, Unión Germánica de la Argentina,
1943. Tomo I, p. 195
Ciudad
de Mendoza hacia 1858 Ponte,
Jorge Ricardo. Mendoza, aquella ciudad de barro. Mendoza, CONICET,
2008, p.167
Plaza
de Mendoza e Iglesia Matriz hacia 1858
“Láminas de la obra de Burmeister”. En: Revista de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza. Mendoza, Junta de Estudios Históricos, 1937. t. VIII
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Muchas ciudades latinoamericanas
que habían comenzado a transformarse a fines del siglo XVIII vieron
interrumpido su desarrollo con motivo de las alteraciones producidas por la
Independencia, primero, y las guerras civiles, después. Otras, en cambio, no
habían tenido un desarrollo significativo. “El siglo XVIII sobrevivía en
ellas: la misma plaza, la misma fuente, la misma iglesia, las mismas calles
con las mismas casas,” afirma José Luis Romero. Se puede pensar que Mendoza
se encontraba entre estos dos grupos de ciudades, ya que se trataba de una
ciudad que, entre las últimas décadas del siglo XVIII y primera mitad del
siglo XIX, había ido creciendo lentamente, había transformando su fisonomía
y, al mismo tiempo, se había convertido en lugar de paso obligado en la ruta
que unía el Atlántico con el Pacífico.
La segunda mitad del siglo XIX se
inició con la organización de la Confederación Argentina bajo la Constitución
Nacional de 1853 y Mendoza fue la primera provincia en dictar la propia, al
año siguiente.
Por entonces, la ciudad crecía en
extensión y, al mismo tiempo, se consolidaba. En el casco urbano se pueden
mencionar algunas edificaciones, entre las que estaban, por ejemplo, la Casa
de Gobierno y el Teatro, en donde las compañías de Buenos Aires o Santiago
interpretaban obras para el público local. Había también algunos hoteles que
albergaban a los viajeros que iban camino a Chile o Buenos Aires, entre los
que se encontraba el Hotel Francia, ubicado en la Alameda, y el Hotel Tessier, cerca de San Agustín.
La ciudad contaba, además, con una
biblioteca pública y, recientemente, se había instalado una Quinta Modelo y
una Escuela de Agricultura, que constituyeron la base de la trasformación
productiva de Mendoza, al impulsar el desarrollo agrícola e industrial sobre
la base de métodos científicos y modernos.
Evidentemente la ciudad había
seguido creciendo y su casco urbano se había extendido hacia el sur; de este
modo, a la Plaza Principal o Independencia (actual Plaza Pedro del Castillo)
se había sumado la Plaza Nueva o Constitución (actual Plaza Sarmiento). En
cuanto a La Cañada (actual calle Ituzaingó),
continuaba siendo ésta la principal arteria de la ciudad, como lo había sido
desde los primeros tiempos. La ciudad continuaba siendo el
centro de la vida política y social aunque, por entonces, los arrabales
también fueron creciendo y se convirtieron en barrios. Así, se encuentra a
mediados del siglo XIX el Barrio del Alto Godoy; el de San Nicolás; el del
Infiernillo; el de San Antonio, en donde se encontraba el hospital de la
ciudad; el de La Chimba; el Plumerillo y los Baños
del Chayado, entre otros, como afirma Ricardo Ponte en su libro. Al mismo tiempo, en las afueras de
Mendoza se ampliaba la superficie cultivada, se multiplicaban los viñedos,
alfalfares y potreros; estos últimos, estaban destinados al engorde del
ganado que luego era conducido a Chile para su venta.
Impresiones
de Hermann Burmeister
Hermann Burmeister
En el año 1857, el naturalista
alemán Herman Burmeister visitó Mendoza e hizo una
minuciosa e interesante descripción de la ciudad. Dicha descripción es muy
valiosa debido a que nos permite recrear la ciudad que desapareció años
después, como consecuencia del terremoto. “(…) al mismo pie de la Cordillera está
situada la ciudad de Mendoza, después de Córdoba, la mejor y más importante
del interior de la Confederación Argentina.” “Construido como todos los demás
pueblos de origen español en cuadras regulares (…), separadas por calles
rectas (…) forma la ciudad un rectángulo alargado (…). Casi en medio de la
ciudad (…) se encuentra entre los dos puentes que cruzan el Zanjón, la Plaza
Principal, con la Iglesia Matriz, el Cabildo y algunos edificios buenos. Más
al sur existe otra plaza grande, llamada Plaza Nueva y junto a ésta la
elegante capilla de San Loreto (sic). Ambas plazas ocupan, cada una, una
cuadra cuadrada y eran al principio
desiertas, sin vegetación, sin ornamentos y aun sin pavimento, sólo en
la plaza vieja existía (…) una fuente de agua en ruinas; más tarde se plantaron
árboles en el centro de ésta y se empedraron las calles circunvecinas con
pequeños guijarros. De esta plaza parten las calles principales (…).” “La parte central de la ciudad
cercana a la plaza (…) produce muy buena impresión. Se ven casas grandes, bien
blanqueadas, aun cuando de un solo piso, con viejos y elegantes portales y
cornisas con molduras (…). En cambio, los barrios alejados del centro con sus
pequeños edificios grises o parduscos de tierra apisonada o de adobes, en
parte desmoronados, son muy inferiores. Si bien están construidas con estos
mismos materiales la mayoría de las otras casas y aun algunas iglesias, no se
percibe esto, porque sus paredes están revocadas, alisadas y blanqueadas con
cal, sin que se note el material interior terroso por cuya razón las casas
parecen más sólidas de lo que son en realidad.” “Lo que a Mendoza presta
principalmente su apariencia de gran ciudad y cierta solemne dignidad, son
las numerosas iglesias, capillas y conventos que allí existen. (…) La Iglesia
Principal o Matriz está situada en el ángulo
sudoeste frente a la plaza y es un edificio nada hermoso, pero extraño,
construido con adobes en un estilo pesado, el cual ostenta al frente dos
torres bajas, pero bien articuladas que terminan en punta. El interior tiene
una sola nave, sin cúpula, aun cuando sólo fue reedificada hace 100 años,
porque la matriz primitiva parecida, se desmoronó.” “La segunda iglesia, y por su
estilo arquitectónico la mejor de Mendoza, es la de San Francisco, situada en
el ángulo noroeste, frente a la plaza (…). Es un edificio elegante construido
con ladrillos, en estilo eclesiástico romano, con dos hermosas torres en el
frontispicio, coronadas con pequeñas cúpulas redondas y con otra grande sobre
la cruz de la nave principal (…). El interior es simple, pero bien dispuesto,
blanqueado y aparte del altar mayor tiene varios altares secundarios,
trabajados en madera, que si bien ricamente dorados, por su ejecución no son
del primor del altar de la Iglesia Matriz. (…). El convento junto a la
iglesia es espacioso y también el mejor de Mendoza.” “De las numerosas capillas dentro
y fuera de Mendoza (…) nombraré las principales, (…) la de San Antonio, que
pertenece a su convento situado en el suburbio, cuyos edificios se utilizan
como hospital (…); además la de San Nicolás, una construcción muy vieja en el
extremo sur de la ciudad (…) cuyos grandes locales están en parte
desmoronados y en parte transformados en una institución modelo de
agricultura, denominada Quinta Normal. “Fuera de las iglesias y capillas
existen en Mendoza pocos edificios públicos dignos de mención (…). A la
cabeza (…) se halla la Casa de Gobierno situada en la Cañada (…) es imponente
por su gran tamaño y las nobles proporciones de su interior. Es un digno
monumento de grandeza y suntuosidad española (…). Muy sin importancia es en
cambio el Cabildo, que aloja la Policía y las Cámaras de Justicia, situado
del lado oriental de la plaza; es un edificio muy feo, malo y hasta grotesco
con una recoba (sic) pesada en el piso bajo y una
galería de madera en los altos; ambas sin ninguna clase de decoración. Lo
mismo puede decirse del mercado, situado a los fondos del Cabildo (…).” “Lo que más me sorprendió fue
hallar en Mendoza una Biblioteca Pública. En una sala espaciosa del que fue
claustro de San Agustín, se encuentran armarios llenos de libros y mesas con
periódicos extendidos, que cualquiera puede consultar.” |